Como ustedes ya sabrán Barbara Cartman es una famosa escritora de novelas románticas. No es raro encontrar sus obras en las estanterías de los aeropuertos, ni en las manos de mujeres de todas las edades. Según las solapas de sus libros vive feliz en el campo con su marido y tres hijos, pero concede muy pocas entrevistas. Y hasta ahora todas eran por escrito.
Me costó mucho tiempo conseguir que su editorial me diera una entrevista en persona, y debo aclarar que no acudí con excesivo entusiasmo ya que por imperativos culturales (soy un varón) no había tenido el valor de conocer y apreciar tal estilo de narrativa. Sin embargo, dada la fama de la autora y la insistencia del New York Globe, acabé sentado en una cafetería, esperando la llegada de Barbara Cartman, que se presentaría a las 12 del mediodía portando su último gran éxito, "Despertares inolvidables".
Al principio pensé que se trataba de una broma, ya que la persona que se sentó frente a mi con ese libro era un hombre bastante grandote y calvo. Luego pensé que se trataba del típico autor con seudónimo. Acerté a la segunda.
"Verá, no puedo darle mi verdadero nombre, pero suelo firmar como Barbara Cartman."
La entrevista, pues, no giró en torno a su idílica vida en el campo con un marido y tres hijos, pero sí le pregunté acerca de cómo empezó a dedicarse a la literatura.
"Por terapia." Me respondió. "Mi tabajo me genera mucho estrés, estuve yendo a psicólogos y grupos de ayuda... Mis compañeros lo llevaban bastante bien porque son menos sensibles, y dado que me dedico a matar gente no podía darles detalles a los psicólogos... Sin embargo, escribir me libera. Cuando aprieto el gatillo la bala tarda un segundo en alcanzar el objetivo y tengo que quedarme mirando para ver aparecer la nube rosa alrededor de su cabeza, me resulta duro hacerlo, está muerto pero todavía no lo sabe, y luego llego a casa y lloro, me pongo un capítulo de una serie o una película de Meg Ryan, como mucho helado... Cuando escribo puedo ser una chica inocente, conocer un príncipe azul que me rescate. Es bonito, me identifico con mis lectoras, no somos tan diferentes. Tenemos sueños, ¿sabe?"
Yo removía el café con la cuchara, pensando en la mejor forma de continuar la entrevista. Y, admitámoslo, en excusas para acabarla cuanto antes. Le pregunté por su técnica para crear personajes.
"Reconozco que son un poco estereotipados y previsibles. No soy un gran lector. Cuando estás en Afganistán cavando zanjas no tienes mucho tiempo para leer, pero sí puedes conversar y filosofar. Mis compañeros son hombres rudos, me sirven de inspiración para algunos personajes, pero son gente sencilla. Son realmente planos. Yo tengo un alma más compleja, más femenina."
Reconocí que no había leído ninguno de sus libros, y me regaló el que llevaba.
"Creo que puede gustarle. Tiene un final feliz. Todas mis historias acaban bien."
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