Esta semana, el más alto tribunal de este Estado que es España, dominado por el sectarismo del actual poder establecido, ha dictaminado que los padres de este país no pueden impedir que sus hijos sean adoctrinados en la llamada "Educación para la ciudadanía". A los buenos españoles y católicos nos crispa que los jueces rojos nos inhiban del derecho a hacer que nuestros hijos piensen como nosotros, quitándonos nuestra libertad como padres de educarlos como más nos conviene.
¿En qué consiste la bochornosa asignatura? Dicen que primero se trata de fomentar el diálogo, el debate y la tolerancia hacia la diversidad. ¿Pero cómo se pueden proclamar semejantes tonterías? ¿Cómo se puede dar pábulo en el sistema educativo a tales dogmas? Lo único tolerable es lo que es correcto, la fe y verdad católicas, las políticas neoliberales que permiten el progreso del mundo civilizado, el uso de todo lo que esté en nuestras manos para obtener nuestros objetivos. Este bloque de la materia no pretende más que seamos capaces de ver a los negros, los moros o los comunistas como algo que no son: personas. Jamás daremos nuestro brazo a torcer, jamás admitiremos que semejantes monstruos de la naturaleza y la sociedad sean equiparables a nosotros, los ciudadanos de bien, de buenas costumbres y estricta moral católica.
Luego hablan de respeto e igualdad de las personas, del reconocimiento de las diferencias y del rechazo a la discriminación. Claro, ahora porque ellos lo dicen vamos a ser todos iguales. ¡Comunistas! ¿Desde cuándo una mujer y un hombre son iguales? ¿Desde cuando un obrero es igual a un empresario? ¿Cómo puede decirse que un sodomita es un ser humano? Somos diferentes porque así es el deseo de Dios y así debemos permanecer por siempre, con la mujer en su papel de ama de casa y criadora de los hijos, con las clases sociales altas y bien preparadas dominando la masa de estulticia de los proletarios, y con los afeminados y las meretrices encerrados a buen recaudo. Si es que hasta los desviados pueden casarse ahora, avergonzando a Nuestro Señor con tamaño acto atroz y contranatural.
Con esta educación impartida en la escuela pública (aunque a los que somos partidarios de la privacidad educativa también nos la imponen) los obreros se pensarán que pueden llegar a ser jueces, empresarios o ingenieros, o que pueden ponerse en huelga y reivindicar mejor trato por nuestra parte. Encima que nos sacrificamos para que puedan tener un pan que llevarse a la boca, así nos lo agradecen. Cómo se echa de menos la época en que los grises eran capaz de controlar a esa pandilla de revolucionarios contuberniosos. Hoy día, hasta los vendidos dirigentes del país los apoyan.
También se dignan a hablar de los derechos y deberes de los ciudadanos y de los derechos humanos. Patrañas todo. Patrañas porque extienden esos derechos a especímenes que no se lo merecen: otras razas que no pueden pasar por humanas, otros seres de mente perversa y decadente que deberían estar carentes de toda aceptación. Hasta de alma están carentes estos seres, así que, ¿cómo se les puede dar derechos? Son simples bestias de carga que debemos usar los humanos de verdad, la auténtica creación del Altísimo.
En los temarios se abordan asuntos como el análisis crítico de los medios de comunicación, las relaciones afectivas, los diversos modelos de familia, las discriminaciones racistas, xenófobas, sexistas y homófobas, la igualdad de derechos, los derechos de la mujer, el ecologismo y las desigualdades en el mundo. Todo con el objetivo de adoctrinar en la peligrosa circunstancia de que los niños sean capaces de pensar por sí mismos. Jamás les dejaremos, porque no hay más verdad que la nuestra y la haremos prevalecer ante estos pensamientos ácratas que atacan el corazón de nuestra sagrada patria y la unidad de la familia tradicional y católica. ¡En pie de guerra nos pondremos, y si hay que echarse al monte, lo haremos!