miércoles, 21 de enero de 2009

Israel, con un par

En las últimas semanas hemos asistido a la represalia por parte del estado hebreo de la población de la franja de Gaza. Estos judíos, descendientes endogámicos de los asesinos de Nuestro Señor Jesucristo (y por lo que se pudrirán en el infierno), han sabido enfrentarse al grupúsculo terrorista de Hamás y su fanático gobierno sobre la población, sin que la presión internacional les haya hecho desistir de su propósito. A pesar del odio que les tengo a los judíos como enemigos naturales de la cristiandad, he de confesar mi respeto y admiración por las acciones que han sido capaces de tomar para reprender los ataques de los infieles musulmanes.

Los medios de comunicación nos han tratado de alterar con su tergiversación de las noticias, mostrando los cientos de muertos que ha provocado el ataque. Bulos manifiestos todos; seguro que las imágenes eran de archivo de atentados kamikazes de los propios palestinos. Al fin y al cabo, los musulmanes llevan en los genes lo de autoinmolarse, como cada día se ve en el liberado Iraq, gracias al divino George W. Bush (otro día hablaré del Kunta Kinte este que ha entrado ahora en la Casa Blanca). Y esos rojos manifestándose a su favor, comulgando con gente tan execrable como Iñaki de Juana Chaos, para que se parara el "genocidio". ¿Qué genocidio ni que leches? ¿Es que no saben que muerto el perro se acaba la rabia? Pues eso, sacrificando a la enferma población musulmana conseguiremos un mundo más limpio y libre de la mayoría de terroristas. Las muertes de los infantes palestinos no son más que un acto de eugenesia.

Ocioso es decir que envidio la decisión de los israelíes. Siento una tremenda furia mezclada con perplejidad al ver que en esta tierra, antes declarada una, grande y libre por nuestro venerado Caudillo, pululan elementos sociales y políticos empeñados en dividirla y hacerla débil frente al exterior. En vez de luchar por reconstruir nuestro épico imperio y volver a ser el faro espiritual de occidente, se consagran a dividir este santo país y a contaminar a sus ciudadanos con el ateismo homosexual. Esto es especialmente destacado en las vascongadas y en la conflictiva Cataluña (en cuya capital hasta lucen autobuses proclamando que Dios no existe). Me parece indignante que las fuerzas vivas de este país, el ejército comandado por nuestros aguerridos generales, no empleen los mismos métodos que los israelitas para reprimir a los separatistas de esas tierras.

Mano dura es lo que hace falta, y no el talante del que presume ese fantoche que tenemos ahora por presidente de la nación. Nos hace falta otro Generalísimo que nos aúne bajo la bandera roja y gualda y nos haga sentirnos orgullosos de defender España íntegra, aunque sea a base de dar nuestra propia vida para eliminar a esos españoles que dicen no sentirse como tal. Algunos seguramente serán reeducables al único nacionalismo consentible, al de sentirse español, pero aquellos más fanáticos, que serán capaces de usar a sus propios retoños como escudos humanos (igual que los palestinos han hecho), nos les espera más destino que la muerte y el infierno bajo el peso del poder nacional. ¡Arriba España!

3 comentarios:

Doctor Zayus dijo...

Falta poner etiquetas al texto.

Como dijo el Generalísimo:

"obedece a una conspiración masónica izquierdista en la clase política, en contubernio con la subversión comunista-terrorista en lo social, que si a nosotros nos honra, a ellos les envilece"

El abogado del diablo dijo...

Etiquetas puestas.

¡Qué grande era nuestro Caudillo! Si bien de pequeño tamaño, era inversamente proporcional a su sabiduría, al amor que tenía a España y al odio que tenía a nuestros enemigos.

Bancario Sectario dijo...

Estas cosas se hacían antes de puta madre con una inquisición bien pertrechada, pero a hora, todo son chapuzas, cagüendiez. Que vuelva el bigotillo corto!